Cuando empecé en el desarrollo de software como desarrollador en prácticas me pasaron dos cosas: una buena y otra mala que acabo siendo buena.
La cosa que fue buena es que me asignaron un tutor y era muy bueno. Su principal foco estaba en las buenas prácticas: diseño de software, testing, refactoring.
La parte mala es que estuve 8 años trabajando con vb6, una tecnología ya obsoleta.
Estuvimos trabajando juntos 8 años, imagínate lo que aprendí a su lado. La empresa cerró y cada uno siguió su camino.
Para entrar en mi siguiente empresa tuve que mentir en cuanto a mi experiencia. Llevaba 2 meses sin trabajo estudiando .Net, pero poco más.
Cuando empecé en mi nueva empresa yo era el nuevo. Además, tecnológicamente estaba muy por detrás de mis compañeros. Pero pronto empecé a destacar por todo lo que me había enseñado mi tutor durante 8 años.
Descubrí que lo habitual es que sea un conocimiento que la gente no sabe. Además, descubrí que no caducaba y lo podía aplicar en otras tecnologías también. Acabe formando a mis compañeros en esa empresa.
Entonces empecé a ser consciente que estar con vb6 8 años fue algo bueno porque no me despiste con novedades del lenguaje o frameworks cada tres meses, me centré en aprender una base que iba a ser algo clave en mi futuro.
Esto me paso en cada una de las empresas donde he trabajado. En todas acabé formando a todos los desarrolladores.
Hasta que hace 8 años pensé ¿y si me lo monto por mi cuenta?
Pensé que después de años formando a compañeros, podía hacerme freelance y ofrecer formaciones para empresas.
Y así es como empecé a impartir formaciones en empresas de diseño de software, testing y código legado.
Al principio de estas formaciones siempre contaba esta misma historia a los alumnos. Me parecía interesante contar por qué impartía estas formaciones.
A los alumnos les encantaba esta historia.
Durante las jornadas de formación me hablaban de la historia del primer día, en los descansos, antes de empezar una jornada. Incluso meses después me escribió algún alumno para decirme que le había pasado como a mí en mi historia.
Y así es como decidí crearme una newsletter donde enseñar, entretener o inspirar a muchas más personas con mis historias como desarrollador de software.
A veces cuento problemas de un cliente por no hacer las cosas bien. A veces cuento la historia de una cagada que hice y los aprendizajes que saqué. Siempre son historias.
Llevamos aprendiendo con historias alrededor del fuego durante miles de años. Conocimiento que se ha trasmitido de generación en generación.
Como decía Maya Angelou:
La gente olvidará lo que dijiste, olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo la hiciste sentir.
Y eso es lo que provocan las historias, emociones que funcionan como anclas para el conocimiento.
Genial, Jorge!
Me encanta cómo explicas tu historia de cómo empezaste tu carrera para conectar con el lector.
Las historias son anclas para el conocimiento: la gente no recuerda números y estadísticas pero sí historias y sentimientos.