El mayor error que he cometido trabajando por cuenta ajena
La historia que te voy a contar hoy da igual a lo que te dediques, aplica igual, aunque en mi caso soy desarrollador de software.
Llevo trabajando como freelance 8 años y trabajé 14 por cuenta ajena, es decir, como empleado en empresas.
Ayer te conté la primera vez que cambie de una empresa pequeña a una más grande, no estaba tenía buen feeling, pero necesitaba cambiar de empresa.
Ese es el mayor error que he cometido, ahora lo entenderás.
La necesidad hace que tomemos malas decisiones y las empresas huelen nuestra necesidad y se sienten en un pedestal.
Tú no puedes poner en un pedestal a tu empresa o clientes porque desde ahí arriba lo único que puede ocurrir es que te escupan.
Debe ser una relación de igual a igual.
Ellos ponen su dinero, pero tú pones tu conocimiento y tu tiempo. Algo que tiene mucho más valor, pero lo importante es que es un intercambio.
¿Cuál es la causa para que no sea una relación de igual a igual?
Ellos pueden sustituirte relativamente rápido.
Sin embargo, cuando tú no puedes hacer eso, ellos tienen la sartén por el mango.
Entonces, cuando una parte de la relación muestra necesidad, todo es diferente.
Cuando la relación no es de igual a igual se nota desde el primer momento:
Ellos presionan y tú cedes.
Ellos no te suben un año el sueldo y tú aceptas.
Ellos te piden trabajar fuera del horario y tú aceptas.
Ellos te quitan el trabajo remoto y tú aceptas.
Ellos deciden que no puedes coger cierto número de días de vacaciones y tú aceptas.
Cuando tú aceptas todas estas cosas, ellos están en un pedestal y tú mirando desde abajo.
¿Cómo lo solucionamos?
Equilibrando la balanza. Para conseguirlo hay varias formas.
La primera es tener una marca personal fuerte, una marca personal que te permita encontrar trabajo relativamente rápido.
Otra opción es tratar de tener dinero ahorrado siempre de forma que te permita mandar a la mierda a tu jefe si la cosa se pone chunga. Cuando tienes ese dinero, no tienes tanta prisa por encontrar otro trabajo. Te puedes permitir no precipitarte aceptando cualquier oferta de trabajo.
Lo ideal es tener las dos cosas, claro.
Cuando tú sientes que puedes reemplazarles rápido o sin urgencia, la balanza se equilibra.
Cuando la balanza se equilibra, no aceptas ciertas cosas, te niegas a otras. En definitiva, no muestras necesidad.
Cuando no muestras necesidad con tu actitud empiezas a ser visto con otros ojos por parte de tu empresa.
Esto es algo que yo no hice trabajando por cuenta ajena, al menos no los primeros años. Y es de lo que más me arrepiento.
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